En este artículo, el repaso del tema del flaneur en la literatura de finales del diecinueve y principios del veinte, y la ausencia del famele flânerie, se conecta con el análisis de la visión y la importancia de las imágenes en la novela Nadie me verá llorar de Cristina Rivera Garza. Según este estudio, el sentido de la vista tiene un lugar privilegiado en el modo en que se recrea la memoria de los personajes del texto, a su vez, el recorrido urbano de los dos protagonistas permite la revelación y revisión, para ellos y para el lector que los sigue, de los lugares ignorados por el positivismo durante el porfiriato. Se concluye que hay en la novela una recuperación de la memoria urbana e individual a través de imagen y del flânerie de dos personajes marginados, una loca y un morfinómano.
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