El motín del Ejército de Bengala y la más amplia rebelión civil que este precipitó tuvieron profundas consecuencias. El levantamiento transformó la India británica y dejó importantes secuelas en Gran Bretaña y en el modo en que sus habitantes veían el imperio y se relacionaban con él. Los más inmediatos se dieron, por supuesto, en la India, donde la rebelión fue sofocada de manera sangrienta por miles de combatientes locales de nueva recluta movilizados a toda prisa en el Punjab, reforzados por cuarenta mil soldados reunidos por todo el imperio. En Gran Bretaña, la rebelión colocó el imperio en el epicentro de la vida nacional y política. Las noticias del que fue quizás el primer conflicto marcadamente moderno fueron consumidas en tiempo real –más o menos– por los lectores de una prensa en expansión y a menudo procaz.
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