El pacto que el lenguaje del terror ha establecido con los secretos del arte, en la efectividad de su desarrollo dramático, es una de las armas terminales más implacables del atentado a la experiencia social que estamos viviendo. Cómo se infiltra la inspiración artística en la violencia sobre los cuerpos de las acciones únicas, y cómo el arte ilumina otra salida (siempre otra) a la perversión de lo irrepresentable, son parte de las reflexiones de este artículo para detener la muerte.
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