Granada, España
Como parte de su argumentación de que el relativismo y el contextualismo no son más que variantes notacionales el uno del otro, Stojanovic sostiene que el contextualismo es lo suficientemente flexible como para lograr cuanto esté al alcance del relativismo si la cuestión es qué valor de verdad se asigna a cada par de oración y contexto. En este artículo, respondo a esta afirmación argumentando que el contextualismo no puede hacerse tan flexible como el relativismo sin convertirlo, de hecho, en una versión del relativismo. La clave de mi respuesta a Stojanovic es que, mientras que el relativismo relativiza la verdad de la proferencia, el contextualismo no lo hace, por lo que aquellos parámetros que no estén fijados en el contexto de proferencia serán accesibles para el relativista, pero no para el contextualista. Aunque la relatividad de la verdad de la proferencia resulta tan pronto como la verdad proposicional se relativiza a un contexto de evaluación, como hace el relativista, es fácil perder de vista este hecho si identificamos el contexto de evaluación con el contexto del evaluador. Por lo tanto, la tesis de este artículo es que la diferencia entre el relativismo y el contextualismo no concierne al agente cuyos parámetros juegan un papel en la determinación del valor de verdad de la oración. Si lo hiciera, el contextualismo podría efectivamente hacerse tan flexible como el relativismo.
As part of her argument that relativism and contextualism are nothing but notational variants of each other, Stojanovic holds that contextualism is flexible enough to achieve whatever relativism might do if the matter is what truth-value is assigned to each pair of sentence and context. In this paper, I reply to this statement by arguing that contextualism cannot be made as flexible as relativism without in fact turning it into a version of relativism. The key to my response to Stojanovic is that, while relativism relativizes utterance truth, contextualism does not, so parameters that are not fixed at the context of utterance will be accessible for the relativist, but not for the contextualist. Although the relativity of utterance truth follows as soon as propositional truth is relativized to contexts of assessment, as the relativist does, it is easy to lose sight of this fact if we identify the context of assessment with the assessor’s context. Hence, the point of this paper is that the difference between relativism and contextualism is not one as to whose parameters play a role in determining the sentence’s truth-value. If it were, contextualism could indeed be made just as flexible as relativism.
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