Para Luis Cernuda, en contraste con gran parte de sus contemporáneos de generación, poesía y vida (entendida esta última como vida personal, autobiografía) van indefectiblemente unidas. Con todo, en la poesía de Cernuda —advierte Alfredo Bryce en estas páginas— el incidente, la experiencia, lo “real” es un mínimo punto de partida para subrayar que los contenidos amorosos son universales con independencia de quién sea el objeto de ese amor, y que en todo amor, sea cual fuere su forma, hay una potencialidad de dignidad y belleza. La visión cernudiana del amor, destaca Bryce, es nueva y antigua a la vez. Porque también así vieron el amor, en sus formas más excelsas, poetas provenzales, italianos, renacentistas, románticos. De ello Cernuda tuvo plena conciencia y por eso su poesía está llena de ecos: Garcilaso, Aldana, Bécquer, Hölderlin, Donne, Wordsworth...
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