OBJETIVOS: Incluso después de una cirugía intrarrenal retrógrada exitosa (CRIR), fragmentos residuales clínicamente insignificantes (FRCI) no pudieron pasar del riñón. Nuestro objetivo fue conocer las diferencias en el destino del FRCI según esten en el polo inferior u otras localizaciones renales.
MATERIAL Y MÉTODOS: 81 pacientes cuyos cálculos se fragmentaron completamente por CRIR se subdividieron en dos grupos: grupo 1 (polo inferior con 41 pacientes) y grupo 2 (polo superior, polo medio y pelvis renal con 40 pacientes). Las características basales, urocultivo y cribado de cálculos renales se evaluaron antes y un año después de la cirugía.
RESULTADOS: Mientras que el número de pacientes sin cálculos fue menor y los pacientes con FRCI ≤4 mm fue mayor en el grupo de cálculos del polo inferior 1 año después de la cirugía, no hubo diferencia estadística entre los dos grupos (p=0,158, p=0,136). El número de pacientes cuyo FRCI volvió a crecer fue del 46,3% en el grupo 1 y del 52,5% en el grupo 2. Se detectó una correlación positiva entre el tamaño del cálculo preoperatorio y el tamaño máximo del fragmento residual del primer año en el grupo 1. El análisis de regresión lineal sugirió que el tamaño del cálculo preoperatorio es un predictor del tamaño del fragmento residual del primer año posoperatorio en el grupo 1.
CONCLUSIÓNES: Observamos que casi la mitad de los FRCI en todas las localizaciones renales volvieron a aparecer y se volvieron sintomáticos. Hay un efecto del tamaño del cálculo sobre el tamaño del fragmento residual mientras se realiza la CRIR, en particular, para los cálculos renales del polo inferior. Es necesario realizar un seguimiento más detenido de los pacientes con FRCI independientemente de la localización renal para evaluar la necesidad de retratamiento.
OBJECTIVES: Even after a successful retrograde intrarenal surgery (RIRS), clinically insignificant residual fragments (CIRF) could not pass from the kidney.
We aimed to find out the differences on the fate of CIRF according to being in the lower pole or other renal localizations.
METHODS: 81 patients whose stones were fragmented completely by RIRS were subdivided into two groups as group 1 (lower pole with 41 patients) and group 2 (upper pole, midpole, and renal pelvis with 40 patients).
Basal characteristics, urine culture, and renal stone screening were evaluated before and 1-year later from the surgery.
RESULTS: While the number of stone-free patients was less and patients with CIRF ≤4 mm was higher in the lower pole stone group 1-year later from the surgery, there was no statistical difference between the two groups (p=0.158, p=0.136). The number of patients whose CIRFs regrew was 46.3% in group 1 and, 52.5% in group 2. A positive correlation was detected between preoperative stone size and first-year maximal residual fragment size in group 1. Linear regression analysis suggested that preoperative stone size is a predictor of the postoperative first-year residual fragment size in group 1.
CONCLUSIONS: We observed that almost the half of the CIRFs in all renal localizations regrew and became symptomatic. There is an effect of the stone size on the residual fragment size while performing RIRS for particularly the lower pole renal stones. Patients with CIRF are needed to be followed-up more closely regardless of the renal localization in order to assess the requirement of retreatment
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