Una de las tres principales causas del fracaso de las pequeñas empresas familiares es la falta de liderazgo (Ibarra, 1991). Ello trae como consecuencia mala adaptación al cambio y falta de objetivos. Si una empresa tiene quien oriente, dirija, guíe y ordene pero no quien supervise ni corrija, no tiene un líder a quien seguir.Una cualidad digna de admiración en los empresarios de la pequeña y mediana empresa es su habilidad para ser lideres, arrebatar el poder y conducir a quienes tienen miedo o no están seguros del terreno que pisan. Ellos formaron una empresa, mientras que los otros no.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados