La estrategia económica desplegada a partir del Pacto de Solidaridad Económica (PSE) decretado en 1987, erigió la estabilización de los precios como su prioridad principal, utilizando como instrumentos centrales de política económica: 1) la apertura comercial unilateral y abrupta: los precios de los productos importados servirían de techo a los precios internos; 2) una política cambiaría que utilizó la tasa de cambio como ancla de los precios, primero mediante la fijación de la paridad peso/dólar y después mediante el deslizamiento del peso a un ritmo inferior al diferencial de inflación entre México y Estados Unidos, lo que desembocó en la sobrevaluación progresiva del peso, y 3) la eliminación del déficit fiscal, a través de la severa reducción de la participación del Estado en la promoción del desarrollo económico.
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