Recientemente, Dornbusch (1997) sugirió la adopción del dólar norteamericano como el patrón monetario para México. No es la primera vez que se sugiere tal medida con el fin de propiciar un marco estable para el crecimiento del comercio y la estabilidad macroeconómica (véase Brailovsky e Izquierdo, 1994). Sin embargo, con ello se inutiliza un instrumento de política económica necesario para absorber impactos económicos del exterior: el tipo de cambio. En este artículo se evalúan los beneficios de tal adopción en el marco del actual proceso de integración económica de Norteamérica y se discute la factibilidad de una unión monetaria en términos de la simetría frente a los impactos económicos del exterior de los miembros de la unión, que sería condición necesaria para que las autoridades monetarias mexicanas sustituyeran el upo de cambio controlado por una moneda única, en este caso el dólar estadounidense.
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