Hugo Mompo Salvador, Juan Grau Fernández
La utilización de la pieza cerámica como material dominante de esta vivienda unifamiliar, aumenta su capacidad de adaptación en su entorno ambiental.
Una casa, cerámica, ubicada en los alrededores de la ciudad de Valencia, entre el mar y la sierra. Una “humilde vivienda a más no poder” que debe su forma a algo que constituye parte de su protagonismo: la pieza cerámica (240 x 115 x 90) en su estado natural, matérica.
La situación topográfica privilegiada, el cumplimiento riguroso de las ordenanzas y una máxima economía de medios, se resuelven compositivamente con un volumen rectangular, depurado y contundente. En el exterior, un porche para estar al aire libre que protege del sol, y una alberca para refrescarse sobre un pódium también cerámico. Una vivienda expuesta al clima y soberana del lugar. Tan sencillo como esto.
El espacio es la estructura y la estructura configura el espacio. Estructura que, armada hilada a hilada, se adintela permitiendo que el espacio interior se revele aéreo y ligero, sin apoyos intermedios.
Se configura, entonces, un mundo de ocho recintos iguales, hechos de diafragmas ortogonales que, desnudos y descarnados, nos trasmiten cierta idea de levedad a pesar de su más que evidente pesantez material. Es éste un grueso plano cerámico y en penumbra, que pareciera apenas sujetado por el aire al que, justo debajo, comprime.
Los paneles correderos compartimentan las estancias a la vez que las disuelven en un interior unitario, continuo y horizontal. De esta manera el espacio que habitamos, inmaculado y pintado de blanco, queda así confinado entre dos mundos cerámicos: el inferior que pavimenta el espacio y el superior que lo acota y delimita.
A su vez, una paleta de materiales contenida, expresiva y sin complejos, otorga fuerza y significado. Esta organización de la materia y las soluciones constructivas adoptadas, intentan priorizar un óptimo comportamiento pasivo de la casa y de gran eficacia energética.
Es, sobre todo, una vivienda que reivindica lo “artesano”, algo que alude siempre a un ejercicio manual, en el que se reivindica la técnica frente a la tecnología y en el que se recupera la idea de oficio, del “hacer”.
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