Poco podrán aportar estas líneas sobre la epidemia de COVID-19, que se inició con un primer caso el 17/11/19 en Wuhan que, a velocidad de vértigo, fue declarada pandemia por la OMS el 11/03/20, y que el 15/03/20 ha provocado la -ya anunciada- segunda declaración de un estado de alarma en el Reino de España desde 1978 (RD 463/2020, de 14 de marzo).
La primera fue un engorroso conflicto laboral con los controladores aéreos que iba a fastidiar muchas vacaciones de semana santa de la gente bien y que fue resuelta -a lomos del caballo de Pavía- acudiendo a la declaración del alarmante estado. La comparación habla por sí sola, y nos recuerda esta costumbre tan española de acabar con las sufridas pulgas acudiendo a la artillería antiaérea.
El confinamiento de la población ya ha sido primero recomendado y después decretado por las autoridades. Esas mismas autoridades que hace 6 días asistieron y se fotografiaron en la manifestación del 8-M. Lo primero sin lo segundo, obviamente carecería de todo sentido.
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