En el año 591, Cosroes II consiguió consolidar su poder merced a la ayuda militar que le brindó el emperador bizantino Mauricio. El tratado de paz resultante obligó al Imperio sasánida a entregar a este una enorme porción de sus territorios. Pero en noviembre del año 602 Mauricio fue asesinado, y Cosroes se negó a reconocer la legitimidad de su sucesor, y le sirvió como pretexto para “vengar” la muerte de Mauricio. En términos geopolíticos, los sasánidas se percataron de la oportunidad que esto representaba para aprovecharse de la inestabilidad interna romana.
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