Todos los días intercambiamos horas gastadas de nuestra jornada, aunque la piel delencuentro solo sea el dinero, la mayoría de nosotros entrega su trabajo al otro tatuadoen monedas, casi siempre anónimo, a cambio de objetos y servicios (suponemos eltrabajo del otro), ofrecidos como mercancías. Siglos atrás ese intercambio se hacíaentre productores directos, a duras penas se usaba el dinero para valuar productosdisímiles entre personas cercanas; aunque siempre quedara la duda sobre pequeñasdiferencias en el intercambio de heridas.
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