Felipe Larraín Bascuñán, Jeffrey D. Sachs
Los sistemas cambiarios son hoy objeto de acalorados debates en los países en desarrollo. Esto se debe, en gran medida, a las crisis cambiarias que han experimentado varios países latinoamericanos y asiáticos, seguidas de recesiones y aumentos del desempleo. Como resultado, los tipos de cambio fijo han quedado muy desacreditados, y algunos observadores han llegado a argumentar que los países en desarrollo deberían abandonar sus monedas nacionales para adoptar en su lugar una moneda extranjera fuerte (el dólar norteamericano, o tal vez el euro o el yen, dependiendo de su ubicación geográfica).
En este artículo se sostiene que esta conclusión no está avalada y que es incluso temeraria. La dolarización —señalan los autores— es una solución extrema frente a la inestabilidad del mercado, que es aplicable sólo en casos muy limitados. El enfoque opuesto, a saber, un tipo de cambio flexible entre la moneda nacional y el dólar, es un curso de acción mucho más prudente para la mayoría de los países en desarrollo (incluyendo aquellos que han sufrido más en las recientes crisis). Los autores argumentan en este trabajo en favor de un tipo de cambio flexible, a la luz de un análisis de los principales temas conceptuales, la experiencia histórica y desarrollos recientes.
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