El cambio demográfico derivado del envejecimiento plantea numerosos desafíos a la integración social y la solidaridad intergeneracional. Supone un desafío para el conjunto de la sociedad, que exige una renovada solidaridad entre las generaciones, así como fortalecer el modelo social europeo y adaptar muchas de nuestras políticas del estado del bienestar.
La esperanza de vida de las personas ha crecido significativamente, aproximándose según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a los 82 años en el año 2010. En consecuencia, la sociedad se enfrenta ante el reto de incrementar el rol activo de las personas mayores y que su valor redunda en otras generaciones.
Envejecer es inevitable, es un proceso natural de la vida. Todos envejecemos desde el momento de nuestro nacimiento y depende de cada uno de nosotros concretarlo en las mejores condiciones posibles.
El envejecimiento rápido y progresivo de la población, fruto del aumento de la esperanza de vida (lifespan), como signo de avance social y progreso en el último siglo, viene promovido por los avances médicos, tecnológicos y el acceso de la población a los servicios sanitarios.
El envejecimiento en un proceso de cambios positivos, de nuevas posibilidades y de actividades productivas que se está acentuando en las últimas décadas de un modo muy notable. Basándonos en el Libro Blanco (2011), el envejecimiento es un proceso lento, en el que transcurre más de un tercio de nuestra vida y durante el que se debe garantizar a las personas mayores el derecho a gozar de oportunidades de formación y empleo y a la participación activa en la vida familiar y social.
La proporción de personas mayores está creciendo permanentemente, fenómeno que está poniendo a prueba la solidaridad intergeneracional. Además, el envejecimiento saludable está condicionado porque las relaciones intergeneracionales contribuyen a nuevas formas de solidaridad familiar y social, que implica el cuidado de los hijos, a la necesidad de compartir responsabilidades domésticas y al desarrollo comunitario.
Centrándonos en las relaciones interpersonales en la familia, el envejecimiento suscita oportunidades de crecimiento entre sus miembros, al ser precisamente, la escuela de la vida, el primer contexto de aprendizaje y el enlace fundamental a nivel social. Se trata de promover la integración y rescatar la unión familiar para favorecer un envejecimiento activo como una de las prioridades que está presente en numerosas investigaciones.
El propósito de este trabajo es reflexionar sobre el envejecimiento activo y saludable de las personas mayores, dado que las personas a lo largo del siglo XX hemos conseguido no solo vivir más años, prolongar la longevidad, sino vivirlos mejor, aumentando lenta pero progresivamente el porcentaje de personas que viven su ancianidad desde la autonomía personal, debido en gran parte a factores como los estilos de vida saludables: hábitos alimentarios, ejercicio físico, manejo de las emociones, de las situaciones de estrés y los factores medioambientales, etc.
También, abordaremos cómo las relaciones intergeneracionales contribuyen a que el envejecimiento activo y saludable sea una realidad. Así, destacaremos como una de las claves para lograr una buena convivencia intergeneracional es el aprender a valorar y respetar las actividades realizadas por nuestros mayores en el ámbito familiar, laboral y comunitario. Además, señalaremos cómo las relaciones intergeneracionales pueden ser, precisamente, una de las fuentes de satisfacción que contribuyan a un envejecimiento más saludable de las personas mayores.
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