Una de las consecuencias más debastadoras de la invasión de Irak tuvo lugar en el territorio de la cultura. Museos y bibliotecas fueron expoliados y arrasados bajo la atenta mirada de las tropas norteamericanas. El autor sostiene que tras la destrucción de libros hay, siempre, una voluntad de memoricidio que, en este caso, se habría ejecutado por omisión
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