Estados Unidos
La asistencia de Ana Ozores en La Regenta a la representación del Don Juan Tenorio tiene una obvia importancia en la peripecia amorosa del texto, tanto para ella como para lo dos vértices masculinos de la historia contada por la novela. Sin embargo, bajo la superficie de la trama, el consumo del drama de Zorrilla por parte de la heroína de Clarín constituye un perfecto emblema en abyme de la poética sexual del realismo, una poética cifrada premonitoriamente en las taumatúrgicas destrezas verbales de Tenorio, las cuales funcionan como anuncio de las, presuntas, del viril y paternal autor favorecido por dicho movimiento literario. En este contexto, Ana, igual que Inés, parece condenada a ser simultáneamente personaje y lectora, y a sufrir, bajo ambas especies, el mismo destino, a saber, la seducción o violación perpetrada por un texto, sea éste una carta donjuanesca o una novela realista. Finalmente, La Regenta registrará la caída de toda esta máquina poética y el abandono de la confianza en las capacidades performativas, materiales, referenciales e incluso significativas de la palabra.
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