Fernando Álvarez de Toledo, el Gran Duque, a regañadientes tuvo que asumir la tarea de hacer entrar en vereda a los díscolos súbditos de S.M. Felipe II después de haber defendido una y otra vez en el Consejo de Estado que no se podían consentir los desmanes que la gobernadora Margarita de Parma refería en sus cartas. Llegó a Bruselas el 22 de agosto de 1567; lo acompañaban 8.800 infantes de los Tercios Viejos de Italia y 1.250 jinetes.
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