En 2015 empieza una epidemia causada por el virus del zika en Brasil, siendo luego asociada a problemas teratógenos congénitos. A partir de la sospecha de esta relación, surgen, en dos vertientes, artículos defendiendo el aborto: (1) presentándolo como uno de los tratamientos para las mujeres embarazadas; (2) utilizando la crisis sanitaria y la confusión de la opinión pública como una estrategia para despenalizar el aborto. Las dos vías son injustas al exigir que los recursos ya escasos fuesen destinados al aborto y no a la prevención, tratamiento y cuidados necesarios a los afectados. Se concluye que los datos científicos, en si mismos, son acordes a la inmoralidad del aborto, siendo justamente la falta de rigor científico y/o las cuestiones ideológicas los que lo promueven.
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