El presente artículo realiza un acercamiento a Sirius (1944), de Olaf Stapledon, desde una perspectiva que unifica estudios de animales en literatura y ecocrítica. El personaje protagonista de esta novela de ciencia ficción es un perro modificado genéticamente que se encuentra en una incómoda posición entre el mundo humano y animal, siendo así incapaz de pertenecer ni a espacios urbanos ni naturales. Se sostiene que esta obra de ficción desarrolla un ejercicio de ruptura de fronteras entre los binarios humano-animal, ciudad-naturaleza y divino-mundano, ofreciendo a cambio alternativas menos conflictivas. Cada uno de estos binarios se explora a lo largo de tres viajes que permiten al personaje protagonista reflexionar acerca de su especie tan peculiar. Sirius declara que solo la empatía puede ayudar para tal cometido; los animales, sean humanos o no, podrían entonces entender diferencias biológicas, culturales y espirituales como rasgos positivos de una experiencia común. Este trabajo analiza los tres viajes de Sirius para observar (1) las reflexiones del perro acerca del ser humano en su estancia en Londres, (2) los devenires animales que hacen que Sirius sea lobo, perro y ser humano a la vez en un entorno no urbano y (3) la música como la herramienta idónea para que un individuo articule su espiritualidad, basada en una reconexión con una biodiversidad casi perdida.
This article approaches Sirius (1944), by Olaf Stapledon, from a perspective that brings together literary animal studies and ecocriticism. The eponymous main character of this science fiction novel is a genetically-modified dog who struggles between the human and the animal realms, being unable to belong to either urban or natural spaces. I argue this work of fiction carries out an exercise of blurring boundaries, thus proposing alternatives for harmful binaries such as human-animal, city-nature, or divine-mundane. Each of these binaries is explored in three trips of the many this character experiences throughout the novel. This allows the main character to reflect on his peculiar, unique species as the singularity he is. Sirius claims it is only empathy that can help in such a task; both human and nonhuman animals are then able to rejoice in biological, cultural, and spiritual differences. Sirius’s trips are analyzed in order to look closely at (1) the dog’s reflections on humankind while being in London, (2) his becoming a wolf, dog, and human at the same time in the woods, and (3) music as the ideal tool to articulate one’s spirituality based on a reconnection with an almost lost biodiversity.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados