Defiendo la enseñanza de la música como lengua materna, desde los balbuceos, el juego y la escucha atenta: desde las ganas de comunicarse. Dejemos de mirar a los señores de pelucas blancas y abramos nuestros oídos. La música es más sagrada y divertida que todo eso. Permitamos que se exprese en nosotras, que florezca y florezcamos a través de ella. La música viene cuando nos ponemos al servicio.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados