¿Hoy todavía se puede medir la calidad de una democracia en términos de la eficacia o confiabilidad de los mecanismos electorales? De acuerdo con los estándares desarrollados por la sociedad civil internacional, la respuesta es un rotundo NO: el elemento central a considerar es el nivel de cumplimiento de los derechos humanos de los integrantes de una sociedad. La idea subyacente a la defensa de los derechos humanos es relativamente sencilla: en este mundo ancho y ajeno, somos altos y bajos; gordos y flacos; morenos y blancos; niños, jóvenes y adultos. Pero a pesar de nuestras diferencias, nos une una condición: somos miembros de la gran familia humana y por lo tanto, dotados de un sentido intrínseco de dignidad e igualdad en derechos. Ya lo dijo Don Benito Juárez hace exactamente 155 años: Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz.
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