El modo de representación institucional hegemónico y nacido en el seno de la industria hollywoodense en las primeras décadas del siglo XX, gestionó la política de géneros que fueron como todo el discurso clásico inflexibles respecto a una serie de efectos de corpus y de normativas de verosímil1 que lograron instaurar un modelo de representación muy fuerte del artista-genio que tomó sus raíces de laliteratura romántica y del folletín popular para construir el personaje torturado, sufriente e inadaptado del cine biográfico de artistas. Estos maestros indiscutibles de la pintura del siglo XIX y XX, son casos emblemáticos en los cuales la trilogía arte-locura-genio, opera como una fórmula eficaz para explicar un talento desmesurado, en contextos aparentemente aptos para desarrollar su obra (momentos de gran creatividad o de surgimiento de movimientos que comprometían a sus contemporáneos en cambios de paradigma en el marco de la historia del arte) y que sin embargo , y a pesar de su capacidad productiva no lograron adaptarse a su medio, en el cual destacaron tanto por su arte como por sus arrebatos vitales, sus desórdenes de conducta, sus adicciones y en varios casos en desenlaces trágicos asociados a actos de locura.
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