Después de derrotar a las amazonas y terminar con el gigante Gerión, Hércules comprendió que solo le faltaban dos trabajos para purgar sus crímenes y poder alcanzar, al fin, la paz, la tranquilidad que tanto había anhelado desde que se había puesto al servicio de su pérfido primo Euristeo. Desgraciadamente, sus últimas aventuras resultaron ser las más peligrosas, las más arriesgadas, por lo que tuvo que recurrir a toda su fuerza e ingenio para salir bien parado de las siguientes pruebas.
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