Los comportamientos que desencadenan el aprendizaje y el crecimiento organizacional también requieren una gran dosis de coraje. El motivo es porque, a menudo, implican decir la verdad a las personas que ostentan el poder en la compañía o porque conllevan desafiar el sentido de uno mismo.
A causa de esa sensación de riesgo asociada, este tipo de conductas no ocurren con tanta frecuencia como deberían en el día a día de muchas organizaciones, aun sabiendo que los individuos y grupos que participan en ellas se vuelven más fuertes, más capaces y más productivos. En este artículo, los autores ofrecen un marco de trabajo para fomentar comportamientos valientes y hacerlos más seguros para que los exhiban los empleados
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