Asistimos a un espectáculo de brutalización de la política que ha comenzado a ensombrecer la imagen actual de nuestro sistema democrático y a generar incertidumbres sobre su calidad y ejemplaridad. Esta deriva causa un ambiente socialmente pernicioso, que en el campo de la educación puede hacer inviable la labor del profesorado para que sus alumnos alcancen "el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia" (Artículo 27 de la Constitución). El ejemplo para los niños y jóvenes es demoledor.
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