Cristopher Mendoza Soto (res.)
Hay dos rasgos distintivos de la filosofía peirceana: por un lado, la naturalidad y simpleza con la que Peirce metamorfosea los problemas tradicionales de la filosofía moderna; por otro, la incertidumbre que provoca en el lector al no saber con claridad dónde ordenar cada pieza del sistema. Esta situación dilemática se debe a dos razones: Primero, Peirce es un autor que volvió una y otra vez sobre sus propios textos corrigiendo y anotando aclaraciones sustanciales. Después, no hay una gran obra de Peirce que explique su sistema completo, sino que ha llegado hasta nosotros una colección de artículos y papeles sueltos de extensión breve que resultan difíciles de ordenar.
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