La comunicación es connatural a la democracia. Esta no puede existir si no hay libertad de comunicación, que a su vez implica la existencia de una verdadera libertad de expresión. Cuando se limitan grados importantes de esa libertad de comunicación se pierde democracia. El presente ensayo nos expone los valores que hay que tener presentes en toda praxis comunicacional para que tengamos una verdadera y real democracia. De igual manera, nos ofrece algunas pistas para la formación de nuevos comunicadores profesionales aptos para comunicar para la democracia.
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