El análisis de las intervenciones urbanas en la fachada marítima de Tarragona permite conocer la metamorfosis de un paisaje industrial en uno urbano. El objetivo del artículo es demostrar la compleja relación del puerto y de la ciudad al tener estos intereses confrontados. Ambas administraciones debatieron sobre el trazado de la vía férrea que constituye una barrera para la población, pero, a su vez, es una necesidad para el tráfico comercial. Los planes generales junto con las obras de expansión del puerto hacia la zona oeste modificaron la relación ciudad-puerto. La menor presión comercial de las dársenas interiores permitió un cambio de uso, pero se abrió un nuevo debate sobre la conservación de los vestigios industriales obsoletos. La nueva ruta patrimonial ha permitido la salvaguarda y por ende acrecentar los valores de la arqueología industrial. En definitiva, las distintas actuaciones han favorecido la percepción positiva de la ciudadanía, hacia un lugar lúgubre y contaminado por uno apropiado para las actividades de ocio
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