Las consecuencias del cambio climático afectan tanto al sistema financiero como a la economía en su conjunto. Entender los riesgos asociados y cumplir con los objetivos del Acuerdo de París, de forma que se limite el aumento de la temperatura global y se movilicen los recursos necesarios para alcanzar una economía neutra en carbono, es un reto global para las autoridades políticas y económicas. La cooperación internacional es asimismo obligada. Los bancos centrales no son ajenos a estos movimientos y están incorporando en sus agendas de trabajo los aspectos climáticos y de sostenibilidad en diferentes áreas, tanto en la gestión de carteras propias como en la supervisión y la estabilidad financiera; asimismo, se está discutiendo cómo incorporarlos en los marcos de política monetaria. Aunque, por su naturaleza, el papel central en este ámbito corresponde a los Gobiernos, los bancos centrales pueden desempeñar un importante papel como catalizadores y liderar con el ejemplo para contribuir a alcanzar los objetivos del Acuerdo de París. En Europa, el Banco Central Europeo y el resto de los bancos centrales nacionales, incluido el Banco de España, están trabajando para incorporar estas cuestiones en sus propias áreas de actuación.
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