El objetivo del documento es proporcionar una descripción general del conocimiento actual relacionado con la ética de los impulsos (literalmente empujar suavemente, (“nudges”, en inglés) que promueven la salud. Se realiza un análisis narrativo completo de las publicaciones sobre este tema con el objetivo de contribuir a su debate actual. Es difícil determinar si la autonomía de quien decide puede verse afectada por la incitaciónes particulares (nudges) o no, ya que la línea de distinción entre las formas cognitivas del razonamiento humano y las formas automáticas de este —es decir, las emociones— permanece borrosa y los diversos tipos de “impulsos” recaen sobre una combinación de dos continuos: uno que va de transparente a no transparente y el otro que va de reflectante a automático. Por lo tanto, es probable que la mayoría de los “empujones” funcionen como influencias no argumentativas que eluden la razón y modifican, así, la autonomía de quien decide. Hay que aceptar que estos “impulsos o incitaciones” producen una alteración de la autonomía (individualista) en un grado proporcional al beneficio incontestable previsto para el paciente. Es posible que el interés del paciente no sea claro o que la incitación promueva más el interés de un tercero (no el de quien decide) o, incluso, el bien común. La ética del impulso no siempre está más allá de toda duda razonable. En tales casos, la parcialidad debe ser lo más mínima posible (es decir, limitarse a empujones o incitaciones transparentes o casi transparentes y que funcionen de manera reflexiva o casi reflexiva). Estas incitaciones o “empujoncitos” pueden usarse por ejemplo contra la pandemia de la COVID-19.
The paper aims to provide an overview of current knowledge related to the ethicality of health-promoting nudges and a further elaboration, particularly in terms of linking the interpretation of the findings of the study and the conclusions adopted. A comprehensive narrative review of literature on the topic of interest was undertaken, aiming to contribute to the current debate on the topic of interest. It is practically hard to determine whether or not the nudgee’s agency will be eroded by the particular nudge because the line of distinction between emotions or automatic ways of human reasoning and cognitive ways of human reasoning remains blurry, and the various types of nudges fall on a combination of two continuums:
the one ranging from transparent to non-transparent and the other ranging from reflective to automatic.
Therefore, the majority of nudges are most likely to work as reason-bypassing nonargumentative influences, thus eroding the nudgee’s agency. It is time to accept a deviation from the strict commitment to the principle of (individualistic) autonomy in degrees proportional to the incontestably anticipated patient’s benefit. In case that patient’s best interest is less than clear or the nudging promotes another individual’s best interest (not the decider’s one), or even the common good, the ethicality of nudging is not always beyond reasonable doubt. In such cases the deviation should be as minimal as possible (i.e. limited to nudges that are transparent or almost transparent and work reflectively or almost reflectively). Nudging may be used against the COVID-19 pandemic.
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