Nació en la Rusia zarista del siglo XIX, donde las mujeres no tenían hueco en el mundo de las ciencias. Sin rendirse nunca, aprendió de manera autodidacta y exprimió al máximo sus capacidades intelectuales hasta que sus sesudos colegas matemáticos tuvieron que rendirse a la evidencia. Algunos, a pesar de haber escrito hasta tres tesis doctorales y recibir varios prestigiosos reconocimientos, nunca aceptaron su valía.
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