Este texto pretende mostrar que Butamalón presenta una canibalización (Jáuregui) del discurso histórico que se produce a raíz del trance (Andermann) fronterizo del personaje del Traductor que visibiliza la figura de Juan Barba, permitiendo exponer las lógicas de consumo de la sociedad contemporánea chilena –mediante una denuncia tácita al extractivismo–, así como su relación equívoca con su pasado histórico y su herencia indígena. La deglución y regurgitación de memorias múltiples y marginales, en el espacio ambivalente de la frontera, participa de la construcción de un relato heteroglósico y corporeizado, conservando un sesgo ideológico predominado por la colonialidad del poder.
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