En 2017, el ya expresidente Donald Trump declaró la epidemia de opioides como emergencia nacional de salud pública. Fue el reconocimiento oficial de una crisis sociosanitaria que emergió en los 90, época en la que las compañías farmacéuticas comenzaron a recetar indiscriminadamente analgésicos opioides. A estas corrientes lícitas se sumaron los derivados ilegales, como la heroína o el fentanilo, un potente sintético que ha ganado presencia en los últimos años.
La epidemia de opioides se ha cobrado numerosas víctimas y tiene importantes repercusiones económicas y en materia de seguridad. Se manifiesta como un fenómeno que afecta a la población de manera desigual, discriminando según su estatus socioeconómico y demográfico. Su multidimensionalidad hace que este problema necesite ser abordado a nivel federal y estatal si se pretende conseguir resultados eficientes y efectivos.
In 2017, the former President Donald Trump declared the opioid epidemic as a public health emergency. This was the official recognition of a sociosanitary crisis that emerged in the 90s, when the pharmaceutical industry started to indiscriminately prescribe opioid painkillers. With the licit opioid flows appeared the illegal ones, such as heroin or fentanyl, a potent synthetic that has gained weight in the last decade.
The opioid epidemic has claimed many victims and has important economic and security repercussions. Likewise, it has demonstrated to be a phenomenon that unequally affects the population, discriminating along socioeconomic and demographic lines. Its multidimensionality means that this problem needs to be addressed at the federal and state levels if efficient and effective results are to be achieved.
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