El proceso que va de la Revolución de Mayo, en 1810, a la tan esperada declaración de independencia, en 1816, estuvo caracterizado por la puja entre dos líneas de pensamiento claramente diferenciables, los moderados o conservadores y aquellos de ideas liberales. Desde el regreso de Fernando VII al trono en 1814, y con él el retorno del absolutismo, la idea de la independencia que circulaba en algunos sectores de la sociedad revolucionaria se vio reforzada
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