La presencia en la sociedad de creencias sexistas que apoyan la desigualdad de poder entre hombres y mujeres constituye uno de los factores causales de la Violencia de Género. El arraigo de esas creencias en los hombres agresores tiene efectos dramáticos y devastadores no solo en la mujer sino también en los hijos-as víctimas de la violencia de género. Cuando la denuncia se hace efectiva el hombre es condenado por violencia de género. La aprobación de la Ley orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género incluye la necesidad de que los hombres se sometan a tratamiento como parte de las reglas de conducta impuestas. Esta imposición es una oportunidad para facilitar la reflexión de los agresores sobre la conducta inadecuada, nada saludable para sí mismos y para aquellos con quienes conviven. Significa una nueva posibilidad para el aprendizaje de nuevas formas de relacionarse con los demás en general y con las mujeres en particular para conseguir una salud integral y un mayor bienestar. La meta general de la intervención es la responsabilidad de los agresores respecto a su comportamiento agresivo y la consciencia de la intencionalidad de la respuesta violenta. Se trata de una respuesta aprendida y por lo tanto de la misma forma que fue aprendida se puede desaprender. Integrando el enfoque de perspectiva de género y la terapia cognitivo-conductual el objetivo es la eliminación de las conductas violentas a través del aprendizaje, de la adquisición de nuevas ideas y creencias que faciliten la adopción de actitudes y conductas que favorezcan la igualdad. La conciencia emocional es el punto de partida de la intervención. El papel que juegan las emociones en la adaptación de las personas a las diferentes situaciones es crucial para afrontarlas de manera equilibrada. La situación de desequilibrio emocional es especialmente peligrosa cuando se trata del sentimiento de emociones negativas como la tristeza, la envidia o el enfado que no se controlan y dan paso a sentimientos hostiles como los celos o la ira. Es cuando se hace necesario el análisis del origen de la conducta. No es algo casual, sino que procede de las creencias y pensamientos que se manifiestan en diferentes partes de nuestro cuerpo haciéndose sentir y comportándose como indicadores, señales de alarma que alertan para mostrar que detrás de ese pensamiento y ese sentimiento o emoción hostil se manifestará un determinada una conducta probablemente más demoledora que el propio pensamiento. Cuatro años de intervención continuada dirigida a agresores por violencia de género evidencian que cuando a las personas se les invita a tomar conciencia de sus estados emocionales y se les facilita herramientas para hacer frente a sus emociones hostiles son capaces de gestionarlos de una forma más adecuada obteniendo resultados positivos para su salud y de aquellos con los que conviven. Nos permiten evidenciar que una forma de prevención de la violencia de género es el tratamiento basado en una equilibrada gestión de las emociones.
The presence in society of sexist beliefs that support the inequality of power between men and women constitutes one of the causal factors of Gender Violence. The roots of these beliefs in male perpetrators have dramatic and devastating effects not only on women but also on children who are victims of gender violence. When the denounce becomes effective, the man is condemned for gender violence. The approval of Organic Law 1/2004, of December 28, on Comprehensive Protection Measures against Gender Violence includes the need for men to undergo treatment as part of the rules of conduct imposed. This imposition is an opportunity to facilitate the reflection of the aggressors on inappropriate behavior, nothing healthy for themselves and for those with whom they live. It means a new possibility for learning new ways of relating with others in general and with women in particular to achieve comprehensive health and greater well-being. The general goal of the intervention is the aggressors' responsibility with respect to their aggressive behavior and the awareness of the intentionality of the violent response. It is a learned response and therefore in the same way that it was learned it can be unlearned. Integrating the perspective of gender perspective and cognitive-behavioral therapy, the objective is the elimination of violent behaviors through learning, the acquisition of new ideas and beliefs that facilitate the adoption of attitudes and behaviors that favor equality. Emotional awareness is the starting point of intervention. The role played by emotions in adapting people to different situations is crucial to face them in a balanced way. The situation of emotional imbalance is especially dangerous when dealing with the feeling of negative emotions such as sadness, envy or anger that are not controlled and give way to hostile feelings such as jealousy or anger. It is when the analysis of the origin of the conduct becomes necessary. It is not casual, but comes from beliefs and thoughts that manifest in different parts of our body making themselves felt and behaving as indicators, alarm signals that alert to show that behind that thought and that feeling or hostile emotion will manifest a determined a behavior probably more devastating than the thought itself. Four years of continuous intervention directed at aggressors for gender violence show that when people are invited to become aware of their emotional states and are given tools to cope with their hostile emotions, they are able to manage them in a more adequate obtaining positive results for your health and those with whom you live. They allow us to show that a form of prevention of gender violence is the treatment based on a balanced management of emotions.
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