La globalización es el resultado de un amplio proceso de liberalización de los mercados de capitales, bienes y servicios a escala mundial. Pero la liberalización implica el que las autoridades nacionales renuncien al control de los flujos de capitales y bienes, así como respecto de las inversiones extranjeras directas. Por otro lado, la globalización ha producido un desplazamiento de poder, desde los Estados a los empresas multinacionales. ¿Quién ha de velar por los intereses de la colectividad? Los mercados, en cuanto tales, no controlan el proceso. Sacan provecho a favor de empresas y hogares concretos, pero no se preocupan de los resultados en términos de eficiencia y equidad para la colectividad. Las multinacionales no pueden establecer un orden, mientras que compiten entre ellas. Tres cosas son necesarias: invertir el proceso de liberalización que se entiende como renuncia a la vigilancia y a la regulación de los mercados, buscar una coordinación internacional de estos esfuerzos y someter las multinacionales a unos códigos de conducta consensuados. Reformar y fortalecer las instituciones multilaterales nos ayudará a alcanzar estos objetivos.
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