Pequeño país a orillas del mar Báltico con apenas dos millones de habitantes, Letonia ha sabido pasar desapercibida. A diferencia de Polonia, que desafía a Bruselas, Riga recibe aplausos por su exitosa transición democrática. Sin embargo, a Moscú le preocupa el destino de la gran minoría de rusoparlantes. ¿Sin motivo? Un viaje a una democracia a la que los europeos le perdonan muchos graves defectos.
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