La política exterior mexicana, tradicionalmente orientada por los principios incorporados en nuestra Constitución, puede replantearse empleando las ventajas geográficas mencionadas para impulsar una posición de liderazgo internacional. Tal política permitirá además tomar ventaja de las características del país como hispanohablante, como potencia cultural y economía emergente. Todo esto conduce a la práctica de lo que el autor denomina "Diplomacia total", que implica aprovechar todas las oportunidades y flexibilizar las relaciones exteriores. Este tipo de relación con el exterior requerirá de la identificación del interés nacional, de la realidad internacional y de que se evalúen los recursos disponibles.
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