Un 14 de mayo 1820 en plena dictadura fernandina, 92 ilusos pretendieron llevar la ilustración a un país huérfano de cultura. Lo hubieran conseguirlo como demostraron durante el trienio liberal en que estuvo funcionando hasta que, tras el autogolpe del Duque de Angulema en 1823, Fernando VII lo cerró “porque allí se pensaba mucho” Renació en 1835 y sigue frente a esa antidemocrática anti-España que con nuevo disfraz, pese a la seda, mona se queda, sigue opuesta al progreso. Hoy 200 años después seguimos como símbolo de lo conseguido, empeñados en la ilusión de que llegue a los 300 y siga convirtiendo lo que se llama “utopía” en una realidad, necesaria porque es posible.
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