En el inicio del siglo XXI la conservación de la diversidad biológica es una prioridad incuestionable, estrechamente ligada a la resiliencia territorial y que necesariamente se debe vincular a la gobernanza local. En este sentido, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) puso en marcha, a principios de los años 70 del siglo XX, un Programa Científico Intergubernamental sobre el Hombre y la Biosfera (Programa MaB) y, dentro de él, se creó la Red Mundial de Reservas de la Biosfera. Dentro de ésta se inserta la Red Española de Reservas de la Biosfera que se gestiona orientada por Planes de Acción participativos que promueven, entre otros, el desarrollo sostenible en los territorios Reserva de la Biosfera. El seguimiento de los resultados de la Red se efectúa a través de un sistema de indicadores y de la realización de informes socioeconómicos, ambos con frecuencia periódica, que permiten obtener algunas conclusiones sobre la incidencia que las Reservas tienen en el desarrollo territorial y avanzar hacia el diseño y ensayo de experiencias que busquen la excelencia. Estos resultados parecen apuntar la necesidad de reforzar las acciones encaminadas a promocionar el desarrollo territorial sostenible.
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