El proceso de globalización implica mayores exigencias de competitividad para la economía de cada país y en consecuencia de sus empresas. Tradicionalmente, los estudios sobre productividad se han centrado en los niveles superiores: países e industrias. Sin embargo, dentro de un sector se producen mayores variaciones de rentabilidad que las intersectoriales, lo que añade protagonismo a la actuación de los directivos en la obtención de las ventajas competitivas que están en el centro de los objetivos empresariales.
En este artículo se discute sobre las formas de medición de la competitividad y sobre los factores que influyen sobre la misma, construyendo un modelo general de competitividad donde se destaca y desarrolla el papel de los recursos humanos en ese proceso diferenciador antes mencionado.
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