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Resumen de «Tiempo de ceniza» (1961), de Carlos Murciano: entre el compromiso y la renovación del lenguaje en un poeta de Arcos de la Frontera

María Eugenia Alava

  • español

    No fue hasta 1983 cuando Carlos Murciano (Arcos de la Frontera, 1931) se dedicó exclusivamente a la literatura. Su trayectoria literaria es, sin embargo, muy amplia, aunque en este trabajo solo haremos referencia a la lírica. Acumula más de treinta títulos en verso, siendo el primero El alma repartida (1954) y el último Sonetos para ella (Ars Poética, 2018). En 1970 obtuvo el Premio Nacional de Poesía por Este claro silencio, siendo su máximo galardón. Participó en la fundación, junto a su hermano mayor Antonio, de la revista de poesía Alcaraván (1949), fruto de un grupo de amigos gaditanos que conformaron lo que con el tiempo se ha llamado «Escuela de Arcos de la Frontera». Con semejante trayectoria de galardones, de participación en la vida cultural española y de extensa obra poética, sorprende que esté al margen del canon de los poetas del medio siglo tradicionalmente generado a raíz de antologías con afán historicista. Quizás esa exclusión recalcitrante sea una condición compartida por varios poetas andaluces, como a menudo tuvieron que reivindicar desde antologías propias y orientadas hacia Andalucía como tema. Pero, fundamentalmente, su poesía es de corte tremendamente personalista y está atravesada de principio a fin por una tensión irresoluble entre el yo y los otros, entre el tiempo histórico y el tiempo estático de la conciencia y, como tal, es una poesía meditativa que escapa a las catalogaciones estancas y que a menudo sorprende por clara y otras veces por conceptista y esteticista en exceso. Presentaremos una breve trayectoria del recorrido de la obra de Murciano a través de las antologías para detenernos en Tiempo de ceniza (1961). El fin último del trabajo es determinar las claves estéticas de la poesía de Murciano y, en particular, del poemario seleccionado como ejemplo de esa tensión entre compromiso e introspección.

  • English

    It was not until 1983 when Carlos Murciano (Arcos de la Frontera, 1931) devoted himself exclusively to literature. His literary career is, however, very broad, although we will only refer to the lyrical work. The poet accumulates more than thirty titles in verse, the first being El alma repartida and the last Sonetos para ella, published in Ars Poética in 2018. In 1970 he won the National Poetry Prize for Este claro silencio, that was his highest award. He participated in the founding of the poetry magazine Alcaraván (1949), which was the result of a group of friends who formed the «School of Arcos de la Frontera». With such a track record of awards, participation in Spanish cultural life and extensive poetic work, it is surprising that Murciano is outside the canon of the poets of the mid-century traditionally generated because of anthologies with historicist zeal. Perhaps this recalcitrant exclusion is a condition shared by several Andalusian poets as they often had to claim from their own anthologies and oriented towards Andalusia as a theme. But, fundamentally, the poetry of Murciano is tremendously personalistic and is crossed from beginning to end by an irresolvable tension between the self and the others, between the historical time and the static time of the conscience and, as such, it is a meditative poetry that escapes to the watertight categorizations and that often surprises for being clear and other times for being conceptist and aestheticist in excess. We will present a brief trajectory of Murciano's work through the anthologies at first, and then we will dwell on Tiempo de ceniza (1961). The aim of the work is to determine the aesthetic keys of Murciano's poetry and, in particular, of the collection of poems selected as an example of this tension between commitment and introspection.


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