Ateos, alejados, no creyentes, no practicantes, agnósticos, decepcionados… Los sinónimos de quienes no pisan un templo ni se les espera en Occidente se acumulan, a la vez que se van vaciando los bancos de las iglesias. Nueva evangelización, Iglesia en salida, atrio de los gentiles… En paralelo, se multiplican las propuestas para frenar lo que aparentemente solo parecía una crisis vocacional al sacerdocio y la vida consagrada, pero en realidad se ha manifestado como un secularismo global. Y laical.
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