Fabrizio Fabrizi, María Sol Donato, Roberta Cerutti, Federica Invernizzi, Giulia Porata, Giulia Frontini, Francesca Raffiotta, Tullia De Feo, Carlo Alfieri, Pietro Lampertico, Giorgio Rossi, Piergiorgio Messa
Antecedentes y justificación: La enfermedad renal crónica (ERC) sigue siendo un importante factor de riesgo de morbimortalidad entre los receptores de un trasplante hepático (TH), su incidencia exacta y sus factores de riesgo aún no están claros.
Materiales y métodos: Llevamos a cabo un estudio de cohortes retrospectivo de adultos incluidos de forma consecutiva que habían recibido un TH (de enero de 2009 a diciembre de 2018) e hicimos el seguimiento (mínimo 6 meses) en nuestra institución. La ERC se definió siguiendo las guías de práctica clínica Kidney Disease: Improving Global Outcomes (KDIGO) de 2012. La función renal a largo plazo se clasificó en 4 grupos: sin ERC (filtración glomerular estimada [FGe] > 60 ml/min/1,73 m2), ERC leve (FGe: 30-59 ml/min/1,73 m2), ERC grave (FGe:
15-29 ml/min/1,73 m2) y enfermedad renal terminal (ERT).
Resultados: Incluimos a 410 pacientes a los que se hizo un seguimiento durante 53,2 ± 32,6 meses: 39 tenían ERC al inicio y 95 desarrollaron ERC de novo durante el periodo de observación. Había 184 (44,9%) receptores con anticuerpos contra el VHC, 47 (11,5%) con positividad para el HBsAg y 33 (8,1%) portadores del virus de la hepatitis B (VHB) o el virus de la hepatitis D (VHD). Los factores de riesgo de los receptores para presentar ERC al inicio fueron la edad avanzada (p = 0,044), unos niveles elevados de ácido úrico en suero (p < 0,0001) y la presencia de diabetes mellitus (DM) insulinodependiente (p = 0,0034). La aparición temprana de lesión renal aguda (LRA) postrasplante fue frecuente (n = 95); un análisis de regresión logística reveló que la creatinina sérica al inicio era un factor predictivo independiente de LRA temprana después del TH (p = 0,0154). Según nuestro modelo de riesgos proporcionales de Cox, los factores de riesgo de los receptores para presentar ERC de novo incluyeron la edad avanzada (p < 0,0001), una LRA temprana postrasplante (p = 0,007) y la creatinina sérica al inicio (p = 0,0002). Al final del seguimiento, había 116 receptores de TH con ERC, 109 (93,9%) y 7 (6,1%) tenían ERC en estadio 3 y avanzada, respectivamente. Solo 2 de ellos estaban recibiendo diálisis a largo plazo.
Conclusión: La incidencia de ERC fue alta en nuestra cohorte de receptores de TH, pero solo se registró una ligera disminución de la función renal a lo largo del tiempo. La prevención de la LRA postrasplante mejorará la función renal a largo plazo. Necesitamos más estudios para analizar la función de los rin˜ ones entre los receptores de TH durante seguimientos prolongados, así como su efecto sobre la mortalidad.
Background and rationale: Chronic kidney disease remains an important risk factor for morbidity and mortality among LT recipients, but its exact incidence and risk factors are still unclear.
Material and methods: We carried out a retrospective cohort study of consecutive adults who underwent liver transplant (January 2009–December 2018) and were followed (at least 6 months) at our institution. CKD was defined following the Kidney Disease:
Improving Global Outcomes (KDIGO) 2012 Clinical Practice Guidelines. Long-term kidney function was classified into 4 groups: no CKD (eGFR, ≥60 mL/min/1.73 m2), mild CKD (eGFR, 30–59 mL/min/1.73 m2), severe CKD (eGFR, 15–29 mL/min/1.73 m2), and end-stage renal disease (ESRD).
Results: We enrolled 410 patients followed for 53.2 ± 32.6 months. 39 had CKD at baseline, and 95 developed de novo CKD over the observation period. There were 184 (44.9%) anti-HCV positive, 47 (11.5%) HBsAg positive, and 33 (8.1%) HBV/HDV positive recipients.
Recipient risk factors for baseline CKD were advanced age (P = 0.044), raised levels of serum uric acid (P < 0.0001), and insulin dependent DM (P = 0.0034). Early post-transplant AKI was common (n = 95); logistic regression analysis found that baseline serum creatinine was an independent predictor of early post-LT AKI (P = 0.0154). According to our Cox proportional hazards model, recipient risk factors for de novo CKD included aging (P < 0.0001), early posttransplant AKI (P = 0.007), and baseline serum creatinine (P = 0.0002). At the end of follow-up, there were 116 LT recipients with CKD – 109 (93.9%) and 7 (6.1%) had stage 3 and advanced CKD, respectively. Only two of them are undergoing long-term dialysis.
Conclusion: The incidence of CKD was high in our cohort of LT recipients, but only a slight decline in kidney function over time was recorded. Prevention of post-transplant AKI will improve kidney function in the long run. We need more studies to analyze the function of kidneys among LT recipients over extended follow-ups and their impact on mortality.
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