Dentro de la expansión territorial protagonizada por Occidente en la Plena Edad Media las Cruzadas se presentan como el sistema empleado para la guerra más característico de este período. En ellas el papado adquiere especial protagonismo, en un momento en que se había fortalecido notablemente tras el problema de la Querella de las Investiduras. No vamos a entrar a analizar las causas de las Cruzadas a Jerusalén, puesto que no es éste el objeto de nuestro trabajo, y las opiniones y bibliografía sobre el tema son abundantísimas.
Pero lo que sí podemos hacer es poner en relación la idea de Reconquista hispana y la de Cruzada. Como han demostrado numerosos investigadores, las Cruzadas además de ser una forma específica de peregrinación armada, fueron un instrumento militar puesto al servicio de determinadas ideas y necesidades. Esto se puso especialmente de manifiesto en el siglo XIII, cuando las Cruzadas no sólo se convocan para ir a Tierra Santa y luchar contra los musulmanes, sino también para combatir determinadas herejías (caso de la cruzada Albigense) o problemas políticos (caso de la dirigida a Constantinopla).
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