Fue después de la rebelión de Túpac Amaru (1780), que finalmente se consiguieron importantes reivindicaciones por las cuales la población campesina había venido luchando insistentemente desde la segunda mitad del siglo XVIII. La disolución de los corregidores y consecuentemente la eliminación de los repudiados corregidores, junto con la abolición del reparto de mercancias (principal succionador de la fuerza de trabajo campesina), constituyeron indudablemente los logros más destacados.
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