Un escape de gas, un tren aproximándose, la cercanía de un fuego, una comida en mal estado o, sin ponerse en lo peor, una simple caricia o el saborear un buen vino, es cuestión de cómo percibimos el mundo físico a través de las percepciones sensoriales y como construimos una imagen en nuestro cerebro y su estudio ha fascinado a la humanidad a lo largo de milenios. Esta búsqueda y los hitos generados han sido galardonados con varios Premios Nobel y ha culminado en el Premio Nobel de medicina de 2021 que ha sido concedido a los norteamericanos David Julius, un bioquímico, profesor de la Universidad de California y Ardem Patapoutian, un biólogo molecular de origen armenio y nacido en Líbano, también investigador de la Universidad de California en La Jolla, por sus hallazgos acerca de los receptores de temperatura y tacto. Los revolucionarios descubrimientos de los canales iónicos TRPV1, TRPM8 y PIEZO realizados por los premiados han permitido comprender las bases moleculares de la percepción del calor, el frío, el dolor, las fuerzas mecánicas y la posición de nuestro cuerpo en el espacio, y como esas sensaciones de naturaleza tan variada se transforman en impulsos nerviosos en el SNC lo que nos permite generar una representación interna del mundo que nos rodea y adaptarnos a él.
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