El término "regeneración" se ha convertido en algo omnipresente en la planificación urbana y a menudo se utiliza de forma imprecisa para describir muchas intervenciones urbanas, incluidas las de carácter puramente comercial que renuevan (y a menudo destruyen) el tejido urbano con fines puramente lucrativos. No hay nada malo en el desarrollo con fines de lucro, pero la regeneración debería implicar algo más sutil, complejo y multifacético. Si, como profesionales del urbanismo, ignoramos la dimensión social del cambio urbano y no corregimos los desequilibrios existentes, seremos cómplices de la perpetuación de las desigualdades sociales. La regeneración urbana debe estar impulsada por un programa de mejora del bienestar social. Como profesionales, tenemos el imperativo moral de abordar las desigualdades y desarrollar estrategias de diseño para eliminar las barreras a la integración social, reales o percibidas.
A primera vista, Londres parece una ciudad multicultural sin las divisiones políticas o socioespaciales tan marcadas que se observan, por ejemplo, en las banlieues de París. Hay barrios más ricos y más pobres, por supuesto, pero, debido a su historia y a las políticas de planificación de la posguerra, la mayoría de los barrios son socialmente mixtos. Las divisiones en Londres, sin embargo, son más sutiles y finas. La ciudad es abierta (y de hecho hay pocas zonas, si es que hay alguna, en las que sea demasiado peligroso entrar), pero existen barreras percibidas, líneas invisibles que dividen la ciudad, aíslan a algunos de sus habitantes e inhiben la movilidad social. Este documento analizará las condiciones que crean divisiones en Londres y examinará las estrategias que pueden romper las barreras físicas y psicológicas dentro de las ciudades. Utilizará el plan de regeneración de Kings Cross como estudio de caso central.
The term ‘regeneration’ has become ubiquitous in urban planning and is often used loosely to describe many urban interventions, including those of a purely commercial nature that renew (and often destroy) urban fabric purely for pri-vate profit. There is nothing inherently wrong with development for profit, but regeneration should imply something subtler, complex and multi-faceted. If, as urban practitioners, we ig-nore the social dimension of urban change and fail to redress existing imbalances then we are complicit in perpetuating social inequalities. Ur-ban regeneration should be driven by an agenda to improve social wellbeing. As practitioners we have a moral imperative to address inequalities and develop design strategies to remove barriers to social integration, real or perceived. On the surface, London appears to be a multi-cultural city without the political or stark socio-spatial divisions that are seen, for exam-ple, in the banlieues of Paris. There are wealthier and poorer neighbourhoods of course but, due to its history and post war planning policies, most neighbourhoods are socially mixed. The divisions in London, however, are subtler and fine grained. The city is open (and indeed there are few, if any areas that are too dangerous to enter) but perceived barriers exist – invisible li-nes that divide the city, isolate some of its inha-bitants and inhibit social mobility. This paper will look at the conditions that create divisions in London and will examine strategies that can break down the physical and psychological ba-rriers within cities. It will use the Kings Cross regeneration scheme as a central case study.
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