Es cierto que ha alcanzado fama el perro llamado Argo, animal fiel que reconoce a Ulises en el canto XVII de La Odisea. El perro familiar percibe lo conocido, aunque se presente con la apariencia de lo extraño, un mendigo extranjero. Confirma al personaje que no se ha vuelto extraño ni a su tierra ni a sí mismo. Es ésa una aparición positiva del animal, es un otro en el que el ser (el protagonista que aún no termina de descubrirse) se reconoce a sí mismo en alguna constante que conserva desde su pasado. En Argo también Odiseo se reconoce.
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